Desde
aquellas pirámides hechas con manzanas, por mi amigo, el estudiante Miguel
Rodríguez, pasando por los cuerpos o formas ensambladas con madera y hierro y
los juguetes monumentales escultóricos, hasta los “nuevos y antiguos emisarios
“ y “la poderosa semilla de la soja”, me queda abordar sus obras desde los
sentimientos que inspiran y desde la emoción de conocer al artista.
Madrecita
tierra ¿qué te estamos haciendo? Cambiemos todo esto. Hablemos de nuestros
propios mitos, de nuestras propias leyendas. Plasmemos nuestros sentimientos y
que nuestros sentimientos se conviertan en realidad.
Como
dice el artista, tenemos que hacer obras, pinturas, esculturas, y todas las
expresiones artísticas, hacer por el solo gusto de hacer y crear y ser felices
en el hacer, sin pensar en otra cosa. Sólo hacer para ser feliz.
Es este
transcurrir de mi pensamiento escrito, llego a comprender al artista Miguel
Rodríguez porque siempre ha trabajado sobre una trayectoria, que ahora
entiendo, es el signo, el símbolo, el mito. Su técnica y los materiales que
elige son nobles legados de la naturaleza.
Hablar
de su calidad artística, de sus colores y de sus formas es para mí como
interpretar el lenguaje sagrado de la cerámica de los diaguitas que se da para
leer un sinnúmero de imágenes, conceptos, pero sólo y simplemente es un
lenguaje sagrado que etá muy dentro del alma o el espíritu de cada persona que
sabe apreciar o que puede apreciar una obra de arte.
Su obra
me recuerda el mito wichi del Gran Chaco de “los cazadores de las estrellas”.
Ifwala
inamejen (que el sol te acompañe).
Owusto
kejli o punjua (con profundo aprecio, hermano).
Miguel
Molina
Artista
Plástico de la Comunidad Wichi de Embarcación
Octubre
de 2007
Salta